El duende de tu son, che, bandoneón,
se apiada del dolor de los demás;
y al estrujar tu fuelle dormilón
se arrima al corazón que sufre más.
Esthercita y Mimí, como Ninón,
dejando sus destinos de percal,
vistieron, al final, mortajas de rayón
al eco funeral de tu canción.
Bandoneón,
hoy es noche de fandango
y puedo confesarte la verdad
copa a copa, pena a pena, tango a tango,
embalado en la locura
del alcohol y la amargura.
Bandoneón,
¿Para qué nombrarla tanto?
¿No ves que está de olvido el corazón
y ella vuelve noche a noche como un canto
en las notas de tu llanto,
che, bandoneón...?
Tu canto es el amor que no se dio,
y el cielo que soñamos una vez,
y el fraternal amigo que se hundió
cinchando en la tormenta de un querer,
y esas ganas tremendas de llorar
que a veces nos inunda sin razón,
y el trago de licor que obliga a recordar
que el alma está en orsai,
che, bandoneón...
Música: Anibal Troilo
Letra: Homero Manzi
Estreno: 1950
viernes, 18 de septiembre de 2009
sábado, 22 de septiembre de 2007
Buenos Aires
BUENOS AIRES
en El otro, el mismo (1964)
Y la ciudad, ahora, es como un plano de
mis humillaciones y fracasos;
desde esa puerta he visto los ocasos
y ante ese mármol he aguardado en vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
me han deparado los comunes casos
de toda suerte humana; aquí mis pasos
urden su incalculable laberinto.
Aquí la tarde cenicienta espera
el fruto que le debe la mañana;
aquí mi sombra en la no menos vana
sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto
será por eso que la quiero tanto.
Jorge Luis Borges
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